El futuro ya llegó: cómo la tecnología nos cambia sin que lo notemos

Por Gustavo Gonzalez

Durante las últimas semanas, en Tecnología al Paso, fuimos recorriendo distintos aspectos de la vida cotidiana atravesados por la tecnología. El celular, la inteligencia artificial, las compras, el trabajo, la educación, la casa inteligente y la seguridad digital aparecieron como piezas sueltas de un mismo rompecabezas.

En este episodio final, la propuesta fue dar un paso atrás, mirar el conjunto y reflexionar sobre algo clave: la tecnología ya nos cambió, incluso cuando creemos que no.

Cuando la tecnología deja de ser novedad y pasa a ser hábito

Uno de los mayores cambios de esta era no es técnico, sino cultural. La tecnología dejó de ser algo “nuevo” para convertirse en infraestructura invisible. Ya no nos sorprendemos por hacer una transferencia desde el celular, ver una clase universitaria desde casa o trabajar a miles de kilómetros de distancia. Simplemente lo hacemos.

El problema aparece cuando esa comodidad se transforma en inmediatez permanente. Mensajes que “deberían” responderse ya, series que nos quitan horas de sueño, notificaciones que compiten por nuestra atención. Como dijo el creador de Netflix, su mayor competidor no es otra plataforma: es el tiempo y el descanso.

La tecnología nos ahorra tiempo, pero también lo reclama.

Más conectados, más ansiosos

Vivimos en un mundo donde casi todo es inmediato. Antes, una llamada implicaba esperar turno en un locutorio; hoy, cinco minutos sin respuesta ya generan preocupación.
Este cambio de ritmo no es neutro. Impacta en la ansiedad, en la concentración y en nuestra forma de relacionarnos.

No se trata de demonizar la tecnología, sino de recuperar el control. Usarla como herramienta, no como dueña de nuestra agenda.

La inteligencia artificial: entre la fascinación y el criterio

En este ciclo hablamos mucho de inteligencia artificial porque atraviesa absolutamente todo: educación, trabajo, consumo, entretenimiento y comunicación.

La IA no “piensa” ni “entiende” como una persona. Está diseñada para responder, incluso cuando no tiene certezas. Por eso aparece el concepto de alucinaciones: respuestas plausibles, pero incorrectas.

Esto no la invalida. Al contrario, la vuelve poderosa si se usa bien. La clave está en lo mismo que aprendimos con Google hace años:
mirar la fuente, contrastar, preguntar mejor.

Herramientas como NotebookLM, ChatGPT, Gemini o Grok pueden ayudarnos a resumir, estudiar, comparar o crear, pero no reemplazan el pensamiento crítico ni la experiencia humana.

Educación, pantallas y acompañamiento

Uno de los puntos más sensibles del episodio fue el impacto de la tecnología en chicos y adolescentes. Antes, la televisión tenía filtros, horarios y curadores. Hoy, cualquier creador puede publicar contenido sin mediación.

Eso exige algo nuevo: acompañamiento activo.
No alcanza con entregar un dispositivo. Hay que enseñar a usarlo, a discernir, a desconectarse también.

La tecnología no es buena ni mala por sí sola. Depende de cómo y cuándo se la introduce.

Un recorrido por todo el ciclo

Este episodio también fue una oportunidad para repasar los temas que fuimos abordando:

Cada uno abordó un aspecto distinto, pero todos convergen en la misma idea: la tecnología ya es parte de nuestra vida diaria, nos guste o no.

Mirando hacia 2026: menos miedo, más preguntas

El cierre del ciclo deja un mensaje claro: no hace falta ser experto, ingeniero ni programador para convivir mejor con la tecnología. Hace falta curiosidad, paciencia y criterio.

Preguntar. Probar. Equivocarse. Aprender.
La educación permanente ya no es opcional, pero tampoco tiene que ser angustiante.

El futuro no viene con autos voladores. Viene con pequeños cambios, silenciosos, que se instalan en nuestros hábitos. Detectarlos a tiempo es la mejor forma de aprovecharlos sin perder lo más importante: el control, el tiempo y el lado humano.

Este primer ciclo de Tecnología al Paso se toma una pausa, pero la conversación sigue. Porque la tecnología no se detiene, y nosotros tampoco deberíamos dejar de aprender.

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